20-11-2011 Alberto Villén Pinilla
Había que meditar con la mañana
madrugar y pensar.
No se trataba de cualquier día
y apetecía pasear. Y busqué un café
en la plaza de España.
La pregunta era obligada y sin embargo
a pesar de la arenga del día anterior
yo era el único que no había votado,
en el cielo se avecinaba la tormenta
como, a partir de hoy,
se avecina en el parlamento.
Se hizo largo el caminar
y tal vez fuimos demasiado lejos
con la amenaza sobre nosotros
al irnos a respirar en la vía verde.
¿A quien votar? fui madurando bajo la lluvia
acompañado de arbustos mojados y ecos
entre nieblas y cerros encrespados.
Tal vez se hiciera tarde y no llegase,
apreté los puños y los dientes,
apreté el acelerador;
dije mi apellido con uve de Valencia
y deposité ambos sobres.
A partir de este momento
me quedan cuatro años para trabajar y madurar
y poner lo que exijo bajo mi responsabilidad
para no cargarlo en el debe de los demás.
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