Alberto Villén Pinilla
No invisto, ni coexisto con el cacique,
en la acrecencia de sus mañas,
solo con las que manifiesto
a partir de mis mensajes
aunque esas cadenas me aten.
Me exprimo en el entorno que le rodea
y deslindo su engorde, de la miseria,
que profundiza como raigón taladrando la tierra.
Me ahogo en lo recóndito sin respiración
hasta que colisionan henchidas sus opulencias
y explotan en mi pecho los libianos de la utilización.
Manifiesto mi adición y me vulgarizo
y hago fragmento del macizo y sus entresijos
como la flor que florece en cualquier lugar
y no siempre desde el estiércol;
luego vive y sube libre por su color
hasta que alguien la recoge
y muere como nació. ©
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